Basura.





Me extiendo sobre la cama, sintiéndome mantecosa, obesa por lejanía en límites. He pasado tanto tiempo en esta inmovilidad que no me reconozco cuando me enfundo en mis viejos pantalones y arrastro las rodillas de paseo por el jardín. Se empeñan los demás en repetir que el aire puro me sentará bien, que fortalecerá mis huesos, que repoblará mi carne, que reiniciará mi sonrisa. El problema real es mi falta de voluntad. No deseo hacer nada de eso. Soy vieja. Quiero ser vieja, quiero permitirme la muerte, cuerpo en tierra, el descanso en silencio sin la obligación de oírme pensar. Quiero plegarme en un rincón y llorar amargamente, hasta que inunde mi contorno y ahogue las certezas y las emergencias confusas.
Mi hija ha muerto. Demasiado joven, antes de todo y después de nada. Yo misma le triplico la edad y no comprendo cómo ni porqué ha sucedido. Estoy colgada en un círculo concéntrico sin limitación de espacio. Su hija, mi nieta, enreda mi casa igual que si fuera suya, pretendiendo que le dé un cobijo que alguien afirma es mi obligación. Falso. Eso es falso. En realidad, estoy segura que es apenas hija suya. No tiene su porte, ni sus ojos oscuros plenos de brillantez. Ni suavidad en sus ademanes. Esta muchacha desgarbadamente masculina, no posee su sereno timbre de voz, ni sabe abrazar, aunque jamás se lo he pedido. Desordena mi vida cada vez que la veo ante mí. No existe la justicia eterna. Posee el perfil de su padre, de quién ha heredado su escasa inteligencia. Nada heredado de mi pobre hija. Totalmente adulterada por la mitad ponzoñosa de la genética barata. No la quiero aquí, y ella lo sabe. Pero disimula para fastidiarme la poca vida y las exiguas ganas que me restan. Casi ni le contesto. Tampoco pregunta ni pide permiso.  Ni siquiera saca a basura, ni yo se lo ordeno. Piensa que soy débil. Cree que estoy acabada. Se empeña en abrazarme delante de las vecinas, de las madres de sus amigas, fingiendo que necesita un pedazo barbechado en caricias y mimos de una abuela que no desea serlo. Falsa limpieza. Falso cariño.
Todavía recuerdo la mujer que fui un día y que en otro, se esfumó sin previo aviso. Feliz fui con un hombre que no tuve ni aprecié su dormir a mi lado. Desgraciada añorante de los que sí aprecié sin estar conmigo jamás. La vida es un cruce irónico entre quereres y desquereres.
Ahora que todo se tambalea y muda, que mi vientre infértil se sume en hastío y podredumbre, que no reconozco mi imagen, sin el choque límite de la superficie del espejo, que la muerte se acerca sin que yo desee huir, es cuando creo que soy más yo de lo que nunca he sido.
Ayer agarré la mirada más fiera que logré, la firmeza más sólida que del alma saltó e hice limpieza en mi casa. He desahuciado a mi supuesta nieta.

Por fin, he sacado yo misma la basura.

Comentarios

Domingo ha dicho que…
Sacar la basura es un ejercicio doloroso, sobre todo cuando lo haces en tiempo de descuento y sólo te resta construir lo que puedas antes del pitido final. Quizá la cosa sea hacer limpieza poco a poco, no ser tan Diógenes, eliminar lo que ya no nos vale y quedarnos con lo que sí. Reciclarnos de continuo, para que el balance de toda una vida no sea tan desolador como el de esta mujer.
Esilleviana ha dicho que…
Has ido poco a poco limpiando las impurezas del agua que corre en tu interior: la falta de ganas de escribir, las obligaciones que todos tenemos y que en determinados momentos no nos dejan respirar con la frecuencia que desearíamos. Y luego está la historia de la nieta, no estoy segura de con qué relacionarla? puede ser atender las amistades virtuales y el extraño compromiso que se produce cuando alguien comenta en tu blog y tienes que responder con otra visita??? puede ser jajaja.

Gracias por tu visita, pero mis letras de infantil no avanzan frente a tus redacciones de bachillerato :))

un abrazo
marisa ha dicho que…
Hay que tener cuidado cuando
se saca la basura no sea que
en medio se vaya algo valioso.
Como siempre un relato fantástico,
creo que en parte ya te lo había
leído.

Un abrazo muy grande
Sir Bran ha dicho que…
En este caso sacas tus tesoros... y tu estupenda literatura.
La edad es algo insuficiente, sólo generaciones que van rodando... y a veces el engranaje se salta algún diente.
Tú estás en una línea fenómena.

Besiños.
merce ha dicho que…
Susi, me encanta esta claridad, fuerza y determinación, tu forma de escribir me sigue zarandeando como una visión certera de diferentes miradas. La tuya personal y única que toca yoes propios y ajenos ocultos entre rictus sonrientes y amargos, por dentro corren mareas que marean
en busca de brújula y destino.


Un abrazo querida escritora.
Ricardo Miñana ha dicho que…
La imagen espectacular,
bueno es sacar la basura y las impurezas.
que tengas una buena semana.
saludos.
Mario ha dicho que…
Mientras unos sacan la basura que llevan dentro, otros, como sucede en tu caso, sacan esa literatura que se nos enquista...

Me gusta lo que escribes, esa forma de hacerte letra, de conjugarte, de jugar con estilos, de acertar con la prosa, de tus buenas artes educando adjetivos, me gusta, digo, lo que tantas veces te he comentado... A estas alturas, creo, sobran calificativos.

Te dejo un abrazo, para cuando regreses de sacar la basura.

Mario
TORO SALVAJE ha dicho que…
Que bonita es la familia verdad?

Así de duro, así de crudo.

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