El hombre con agujeros...
El hombre con agujeros no puede beber en ninguna de las fuentes que humedecen su caminar.
El hombre con agujeros ha cubierto con harapos su pecho, allí dónde algún mecanismo le ayudara a tomar aire, para enviar suspiros pasados. Sabe que no puede beber, más cede a la tentación de humedecer sus manos, dejando resbalar el frescor líquido entre sus dedos.
Siente, todavía…
Guarda en el bolsillo izquierdo, una carta. Rota, arrugada y amarillenta, la luz del sol la arrulla con calidez. Brilla y refleja los rayos como un espejo, pero no lo es. Opaca, pequeña y desgastada, parece desvanecerse. Casi transparenta el polvo de sus exhaustos zapatos.
El hombre con agujeros se sienta al borde del manantial. Desoye el canturreado rumor de la marcha incesante del agua. Tiene la inquietud despierta entre las sienes. Sin querer evitarlo, repasa las letras de aquella carta. Algo triste rezuma su viejo rostro. Algo que hace sospechar que le brota un oasis emocional interno. Ha recorrido muchos trechos, muchos paisajes, montañas y valles; muchos bosques, soledades y amarguras, muchos días, muchísimas más noches… y siempre igual. El mismo resultado. Pozo de decepción, en el que se deja ahogar. Sin lucha. Sentado a un lado del sendero. Relee una vieja carta.
Siente, todavía…
El hombre con agujeros, dobla con calma el fino papel. Con cuidadosa suavidad, casi con poesía, revuelve el interior de su chaqueta roída. Ha localizado en su pecho un agudo dolor. Extrae un pequeño cuchillo. Parece afilado y mortífero, amenazante y alegre. Próximo a una misión cómoda y fácil.
El hombre con agujeros se levanta torpemente. No ha manchado nada. Ni una gota de sangre ha rozado siquiera la arena, ni la pétrea escultura de agua. Ni una sola huella deja tras sus pasos.
Siente, todavía...
Espera dejar de hacerlo pronto. Confía. Mientras, se encamina hacia el lejano horizonte que parece venir al encuentro, se imagina en la próxima fuente…
De la que no podrá beber… a la que llegará con un agujero más.
Sintiendo, todavía…
Comentarios
¡Puff!
Bicos.
En cierta manera me he visto.
Besos.
Es malo ser un muerto en vida.
Un beso.
D.
Un abrazo!
buen post, un saludo
Me siento, además, totalmente tocado con esta entrada. Tiene mucha verdad, mucho realismo también. Realmente me ha maravillado!
Besote grande
Hay que ser muy valiente para soplar esos agujeros...y taparlos uno mismo,con agua fresca... por si las palabras guardadas con tanto mimo...ya no están.
Un abrazo grande Susi.
Existen agujeros que se pueden parchear, a veces tapar y evitar que agriete pero otras veces ...
Real como la vida misma.
Gracias Susi, me has sorprendido de nuevo, es un placer.
Bicos meigos e unha apertiña
que otro agujero por donde
se escapó algun suspiro,
algún soplo de vida.
El hombre con agujeros
seguirá viviendo aunque
lleve en la espalda
clavado un cuchillo.
Excelente texto,
toca el alma.
Besos y un abrazo fuerte.
Besiños
Un beso.
A veces son esas faltas de estanqueidad, las que nos hacen entender el mundo.
Quizá tu hombre con agujeros sea tan sólo una forma de entender la vida.
Una mirada más pausada.
Con la tendencia a no ser capaz de atesorar lo bueno que nos vamos encontrando por la vida.
Bonita metafísica la que se extiende ante este nuevo relato tuyo... evidencia muchas cosas.
Pero sin dejar la belleza de la mano, densando los deseos más alejados de la percepción.
Excepcional tu relatar, como duerme en la agradable costumbre.
Besiños.
Muchos besos.
Sara
Sublimes versos.
Un placer leerte Susi.
Un abrazo
Gustoume moito a foto. Fondura e perspectiva misturadas.
Un bico sentido
Me impacta su dolor y tu relato.
Muchos besos
Tati
Te extrañe un monton!
besos
Pero hay agujeros en el alma que quedan durante toda la vida y en ese caso, de no poder cerrarlos, lo mejor es olvidarse que existen.
Ese es mi deseo.
Un bello poema paisana.
Bicos
Saludos.
Esos agujeros se cubren de polvo, denso con el pasar del tiempo.
un beso.
Saludos.