ENLOQUECIDOS...



ENLOQUECIDOS...


¡Mírame bien, obsérvame con atención…! Soy pelota saltarina que acude a tu mano, se eleva hasta tu flequillo y cae hasta tus pies. No puedes seguirme, ¡No lo conseguirás! ¡Soy viento, brisa rebelde, huracán indómito! Tsunami  delirante ¡nunca me alcanzas! Ruedo, giro, salto, mimetizándome tras los cojines del sofá. Me convierto en fuego para quemar las puntas de tus cabellos. Deseo convertirlas en aureola inmensa de un dios hermoso, esculpido en carne. Rebordeo los paños de ganchillo, tapetes infames que respiran sobre la mesa de madera. Punteo con mis dedos las costuras que pierden su guateado relleno,  las que canturrean con desarmonía de ligas inexistentes. ¡Óyeme! Mis pies inquietos son alas que pisan sin dañar, vuelos ligeros que apelmazan tu almohada, que despejan tu edredón, coreografías sedosas para repasar con sus manos el encaje de tu visillo. Dibujo cuadrados romanos en el candelabro de pequeños cristales. Descalzo de flecos la alfombra, pues no deseo tu caída. 

Mil tareas me ocupan, mientras escalo una banqueta por alcanzar el cielo de prismas celestes. He visto despeinarse el estante de la cocina. No admito rebeliones a tu semejanza. Subo la escalera y desciendo imitando a las grandes divas de grandes escotes. De colores visto el fondo del horno, creando del  ingrediente amargo, la dulce alegría que maquilla mis pecosas mejillas. Cierro de golpe dramático las persianas para que no contemples otras piernas que te rodeen.¡ No las puedes ver! ¡Ya no están! las otras, las enemigas, las infames robahombres ¡No están! ¡Desaparecen! Soy la que sube hasta el rincón más claro de la casa, la que canta mientras sus ojos se enrojecen, ¡la que pone la música hasta ensordecer las sombras de los zócalos! Soy la que tú deseas amarrar, acallar, vejar y romper. Estoy en todas partes, bajo las tablas del parquét, sobre las repisas, dentro de tu mente haciéndote caricias para que no te oscurezcas, en el interior de tus calcetines siempre desparejados, incluso dentro del buzón de las cartas que nunca lees, pues no sabes aunque quieras. ¡Estoy llena de energía! ¡Chispas vitales que arranco de las flores del papel pintado, tras los cuadros de las habitaciones! Me coloco de puntillas para adornar con rayos de sol las tulipas de las lámparas. Fuego enardecido que adorna el cristal de la chimenea, estropeando las bomboneras doradas, el fondo letrado de los libros del salón, ¡eso soy yo! Mira como giro, las peonzas aprendieron de mi arte cuando era una gran bailarina sin piernas.  Madera nudosa necesité, junto con ligas de pícara cabaretera. Traviesa, melosa y excéntrica, así nací. Óyeme junto con tus sesos, crujimos al unísono, mientras voceas y me aplacas. Me subyugas y me frenas. Gritas y las contraventanas de madera tiemblan, también el corazón pespunteado de tanto reventar para agradarte y encoger para no molestar. Cortas mis hilos de colores, inclinándome hacia el suelo. Loca, me llamas. ¡Loca, me chillas! Siempre haciendo “subeveydiles” siempre rodando hablares y cantares, ¡loca! ¡Que no sabes del estar ni del comportarte, que imaginas sueños y realizas pesadillas! ¡Loca! Que dices que me amas y mientes cada vez más tarde, ¡mentirosa! ¡Que persigues insidiosa por matar lo que soy y lo que muestro! ¡Que afirmas que me quisiste y amaneces sin confesarte del pecado que tú cometes!!traicionera!!

Yo me deslizo por la barandilla de tus ronquidos y sonríen mis pupilas, persigo al gato y le hago rabiar para que parezca fiero a tus bufidos. Me planto en una maceta, para llamarte a voz en grito ¡Loco! Que no te basta que me cortes las cuerdas que me dan vida, ¡Loco! Que no ves suficiente borrarme los labios cada vez que los utilizo ¡para besarte! ¡Traidor! Que todo lo que construyo, bloques de letras con dibujos infantiles, mosaicos de cometas, confetis con las puestas de sol, pájaros de papel... ¡arrasas con patadas! Arrancas los bordados que cocino en la sartén. ¡Desgraciado… que estoy dispuesta a dejarme atar porque no puedo salir de ti, ni querría volver hacia mí de nuevo!




Comentarios

Mario ha dicho que…
No he leído nunca un texto tuyo que no me sacuda de lo lindo. Tu atmósfera exclamativa clama al cielo de las letras, llama a las puertas del infierno e invita al dolor a sentarse a la mesa por Navidad.

Este texto me ha gustado, como me gustaron los otros textos tan tuyos, tan propios, tan singulares, tan plurales y tan generosos en adjetivos que no aparecen, pero que, como el miedo, se presienten. No digo que no los haya, qué va... pero no sobran, no están de más... y los que no están, se adivinan perfecta, precisa y preciosamente.

No he dejado de "viajarte", de seguirte, en este texto tan ovalado...

Felicidades por tu escrito...

Un saludo, desde el punto y a parte...

Mario
Erik ha dicho que…
uggghhh! Espera. Tengo que respirar.

Beso
Anónimo ha dicho que…
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