ANIMALANDO


Calzarse o descalzarse. Marcos se preguntaba por qué esta duda absurda ocupaba su mente cuando el peligro de un ligero retraso se convertía en abierta declaración de inexcusable tardanza. Descalzo iría sobre seguro, cualquier otra decisión tendría su riesgo, pese a parecer lo contrario. En el alfombrado rojo del glamur no existen instrumentos cortantes. El suelo del apartamento florecía en zapatos, mocasines, deportivas, incluso hicieran su aparición las chanclas del pasado verano. Todo el desorden por encontrar un calzado que estuviese a la altura del nocturno acontecimiento. Faltaba una hora, contando que su novia Laura no se retrasara, ella sí, al elegir los zapatos adecuados, el par más incómodo pero sin duda, el más llamativo de cuantos tenía en su armario. Mientras se ataba los cordones de los escogidos, automatismo necesario para ocuparse de pensar, Marcos hizo síntesis de los últimos acontecimientos.
La oficina dormitaba aquél amanecer de lunes habitual, sobrevolando papeleras repletas de nada, bostezos holgados de todo, tazas desechables de mal café humedecido en cancerígena sacarina o de venenoso azúcar, cuando llegó la insólita petición al ocioso edificio del Juzgado. Tras un rápido vistazo inicial, la lectura atenta de los renglones finalizó para ser iniciada de nuevo por una multitud, con el revuelo de una falda hacia la mesa del compañero más próximo. El estupor pintado entre las cejas. Sorpresa inaudita en acuarelas pálidas. Sinfín de reacciones variopintas, muestrario de colores de tratamiento informático. La secretaria disfrutó o sufrió un ataque de risa histérica, comprensible al ser practicante aficionada a ensayos y victimistas puestas en escena. El mismo juez no pudo reprimir su desagrado hasta el momento mismo en que su contable sopesó la propuesta escrita traduciéndolo a dinero. Convertir ideas en riqueza es un método debilitante hacia los enojos pero abono rentable para un posterior consuelo.
La entrada del teatro rebosaba gente. Olvidaran su signo biológico, ocupados en la sucesión pretendidamente natural, de posados. Ropajes de hechuras extravagantes y materiales artificiales, algunos, componentes de rellenos subepidérmicos, se daban cita ante los mismos invitados para rivalizar en brillantez y posibilidades de convertirse en imagen onírica en futuros recuerdos. Hervían falsas risas, junto con los comentarios bobalicones de la gente guapa y mimada por el reflejo pupilar de sus semejantes. Dará que hablar el estreno presente, murmuró Marcos hacia el cuello de su almidonada camisa blanca, a juego con chaleco, flor y gemelo en plata.
La estrechez necesaria para forzar embudo y contemplar con detenimiento el tono de sol artificial en cada poro de piel de las actrices y el afeitado con masaje de los actores, era un pacto entre los guardias de seguridad. También era terreno común de los iluminados gurús de las televisiones más afamadas, de las cadenas más vistas, de los programas menos anónimos. Las mujeres que poseían coraje, optaban por la discreción, administrada en dosis personalizadas a los hombres presentes, mas las sumisas con etiqueta de belleza, exigentes e inseguras, se rodeaban de cuñas, plataformas, postizos, afeites botulínicos y ácidos que alisaran el alma. Por allí revoloteaban publicistas atentos a quién era la más nombrada por su hermosura, por sus joyas, por su estilo, la belleza comentada por todo lo comentable. Carnaza para revistas de ínfima calidad, pero populares y de grandes cifras de edición. La gente oculta detrás de las cámaras luchaba contra el espacio menguante de los demás entrevistadores. Los clics, dieron paso a flashes y éstos a los micrófonos. Una terrible lucha de los peones, en representación de colosos titanes. El drama que tendría lugar aquella noche, era el más anhelado del momento, gracias sin duda alguna, a la publicidad anterior y controversia retorcida en el juzgado. Incluso el gobierno había dado su parecer. Sesudas reflexiones sobre un folio, o insensateces irreflexivas. Los afamados críticos habían dejado en segundo plano el argumento, el elenco de artistas, la exposición escénica con nudo y desenlace clásicos. El final ya era conocido. Tan pronto como el director de escena mandara aquella carta y anexas fotocopias solicitando aquella propuesta, tan inhumana como trascendente. Tan humana, como trivial.
Todos los invitados se dirigían hacia la entrada, salvando ya los obstáculos del universo propagandístico. Luchando contra el movimiento de la alfombra que tapiza sus vidas en ese momento, intentando mostrarse desde su mejor perfil, con la correcta intención de que su imagen sea la recordada para futuros contratos. Ellos sí que no han dedicado tiempo a pensar en lo que convertía esta obra en populosa, original a decir de pocos y bárbara a decir de muchos. Pero con masiva asistencia. Marcos no comprendía la excitación de Laura, que transportada en expresiones de chiquilla, señalaba con verdadero gozo de urraca todo cuanto brillaba. Le hizo reparar en los collares, en los strass de los zapatos, en los escotes pronunciados, en las luces que iluminaban pupilas y destacaban matices de edades más o mejor disimuladas. Laura daba saltitos, alborozada y de paso, le pellizcaba en el brazo para que le prestara atención. Parecía ávida por acaparar todos los detalles, por muy diminutos que fueran. Era insoportable, pensó Marcos, tratando de alejar su dolorido brazo de las uñas esmaltadas de su novia. Le molestaba sobremanera que ella trivializara tanto una circunstancia que él juzgaba altamente morbosa y carente de humanidad. Sabía también, aunque hubiera preferido no conocer el dato, que contaba con otros seis modelos, mil zapatos en que ocupar su tiempo y otro millar de tonterías para cada día mientras el telón basculara frente al invitado público.
Sin entrar en pensamientos que lo convencieran de nuevo, de que su guapa era demasiado tonta, se dedicó a observar a la gente más rezagada, a los que dejaban pasar al ganado marcado con joyas de gran calado. Al principio solo hubo fulgor, después, una vez traspasadas las puertas del teatro, la acorralada noche tomó el control de la penumbra. No había luna, que prefería otras latitudes para mostrar su plateado ritual. Entonces, en este apagón, acomodando sus pupilas a la ausencia de luz, los vio llegar. Sus contornos definidos, pero tambaleantes sobre el frío recortado de una dignidad rehabilitada.
Era un grupo de varios hombres y una mujer. Destacaban por su desaliño, que no era más que el reflejo sombrío del lujo anterior. Consciente, Marcos supo que no venían para llamar la atención, sino que muy al contrario, desearían desaparecer si ello les fuera posible. Tras ellos, solo un par de cámaras de televisión, les marcaba el paso, tratando de captar sus perfiles agudos y afilados con la piedra de la angustia. Todavía más lejos, otras personas medían sus pasos al tono de los suspiros de los anteriores. Eran tres niños y cuatro adultos, cabizbajos, eran la imagen desolada que cualquier pintor costumbrista querría de modelo para alguno de todos sus cuadros. Si pudieran captar las ojeras, la tonalidad de los amoratados labios, la opacidad pupilar y de la transparencia en los lagrimales, se encumbraría al artista ignorando a los modelos.
Marcos reparó que eran los únicos que no se disfrazaran de humanos; lo eran.
En un país dónde la pena capital era contemplada con benevolencia, que la representación teatral acabara con la ejecución de un traidor, que era el asesino sobre el que giraba todo el peso argumental, no tenía nada de extraño. Nada, salvo que el dueño de la compañía, tuviera una novedosa idea. Puesto que eran varios reos los condenados en los últimos juicios, sugería, para darle mayor realidad a la representación del drama, que fueran ejecutados uno a uno, en las diferentes puestas en escena. Incluyendo una novedad cuando fuera el turno de la mujer, modificando el guión, lo que sería un reclamo a mayores. A cambio ofrecía costear los gastos del sepelio, junto con la ejecución, por supuesto. Hombre práctico, pensaba Marcos mientras veían entrar a la extraña comitiva del fondo. Rentabilizaría sobradamente su inversión, aparte de la publicidad gratuita que todos los medios le otorgaran.
Ciertamente, nos disfrazamos de humanos… cogiendo aire y mirando sus zapatos, del todo inadecuados para sentirse cómodo en su piel, se alejó buscando perderse entre los oscurecidos edificios.


Comentarios

cuentapasos ha dicho que…
Porque se nos empecina el alma en lo banal, sabiendo que el tiempo se nos queda con la mejor parte,
Una genial obra Susy
Feliz año
Cuentapasos
Marisa ha dicho que…
Monstruos del espectáculo
embutidos en brillos superfluos
Como siempre llenas al lector
de multitud de imágenes
con descripciones perfectas
capaces de dar al texto
la fuerza de un gran relato.

Un abrazo muy fuerte Susi,
te echamos de menos.

:)
Sir Bran ha dicho que…
La vida como espectáculo, y todos los disfrazados de humanidad...
el derecho a la vida debería ser primordial, y nadie debería convertir un final en una obra teatral...
siempre genial Susi, describiendo los matices de cada causa que te ocupa,
tu mirada siempre está en puntos interesantes,
y tus descripciones plasman increíblemente.
Un besiño.
Susi DelaTorre ha dicho que…
¡Hola, Cuentapasos!
¡Gracias por tus amables palabras y feliz año también para tí!

¡Un abrazo fortísimo!
Susi DelaTorre ha dicho que…
¡Marisa,
siempre te acercas a mis letras con tanto cariño...no sé como agradecerte lo que me aportan tus comentarios!

¡Yo también! ;)
Susi DelaTorre ha dicho que…
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Susi DelaTorre ha dicho que…
Sir Bran,

"La amistad ni desaparece ni se destruye... solo se transforma"
¡Y ahí estamos, con mirada descriptiva!


Biquiños, poeta!
Daniel Rubio ha dicho que…
Cuánto tiempo sin pasar por aquí!!

Exelente, como nos tienes acostumbrados y además deja regustillo cuando terminas de leer, que eso es lo que más me motiva a leerte más a menudo.

Un abrazo.
Susi DelaTorre ha dicho que…
Un abrazo, Daniel Rubio!
Feliz finde!
Rapanuy ha dicho que…
En países civilizados donde existe la pena capital se recrea, a menor escala, algo parecido a lo que narras, y por lo que sé, las entradas al espectáculo siempre se agotan.
Mario ha dicho que…
Describir es un arte mientras que escribir es una ciencia. Podría haber utilizado unas comas para separar lo que quiero decir, pero creo, de verdad de la buena, que no hace falta, pues a buenos entendedores pocas separaciones bastan, o algo así.

Pero es cierto, muy cierto, que escribir es lo tuyo, que vives, mientras narras en una descripción constante y que nos haces partícipes de la angustia, del miedo, de la inquietud. También de todos y cada uno de los estados carenciales de tus personajes. No se te puede leer y quedar indiferente. No se te puede comentar por el mero hecho de dejar constancia de la lectura, de los pasos tras tus letras, no. Aquí se comenta porque algo empuja a hacerlo, porque estás obligado por la naturaleza de lo expuesto. Aquí, donde lo bello y lo oscuro se mezclan, también se produce el recorrido iniciático por la senda de la retórica con mayúsculas. La naturaleza humana, y la condición inhumana viven en armonía entre tus puntos y tus comas.

Así que, otra vez, como ayer... gracias por escribir y por hacerlo con tanta alma, corazón, cabeza. Gracias por se capaz, por atreverte, por acariciar el teclado para llegarnos y colmarnos de letras.

Además hace poco hablaba con alguien; un texto que te roba el aire, que provoca que el café se enfríe, que, en definitiva, te atrape de algún modo, o de muchos, será siempre un relato que merecerá la pena y, sobretodo, la alegría.

Un abrazo, admirativo.

Mario
Las cosas de Albino ha dicho que…
Hacía tiempo que no te leía por el alejamiento que tuve del mundo del blog. Ahora que retorno compruebo que sigues mejorando. ¿Para cuando un libro?
Susi DelaTorre ha dicho que…
Rapanuy,
siempre es un espectáculo con mucha audiencia. Algo está estropeado en esta sociedad.

Un abrazo.
Susi DelaTorre ha dicho que…
Mario,

Es tan difícil comentar tu comentario... que tiendo a dejar pasar tiempo hasta comprobar que no se me ocurre nada digno para agradecerte tus aportaciones a mis escritos. También sospecho que eres un exagerado, pero bueno... no soy detective.

Eso sí... contigo del lado de mis letras, no necesito buscar recursos para subir mi autoestima. Eres más que suficiente.

Te envío toda mi amistad, que ya ha resistido cataratas y huracanes.

Eso es.

Abrazos.
Susi DelaTorre ha dicho que…
Albino, Albino, Albino...

Me encanta verte por aquí.

¡Saludos muy cercanos!
¨
;)
Unknown ha dicho que…
Hola Susi. Leo toques de "Bitter Bierce" en la narración. Las ejecuciones públicas siempre fueron un espectáculo; el cine gore sólo es un sucedáneo ahora que están restringidas (salvo en los países medievales, claro). Saludos, arrancas el año con fuerza.
Juan Escribano Valero ha dicho que…
Hola Susi: De nuevo he sido ingresado en el hospital con una nueva neumonía, bueno no sé si es nueva o es la siempre que se ha agudizado pero ya estoy aquí de nuevo gracias a Dios que me deja un rato más, dispuesto a gozar de vuestra compañía, y de vuestros conocimientos
Como siempre genial. te leere más despacio cuando me recupere un poco más,
Un abrazo
Susi DelaTorre ha dicho que…
El viajero impresionista,

te debo un montón de visitas a tu blog que solucionaré en breve!

¡Un gran abrazo y gracias por estar entre mis relatos!
Susi DelaTorre ha dicho que…
Juan Escribano Valero,

¡recupérate pronto, querido amigo!

Un gran abrazo!
Luis Antonio ha dicho que…
Me encanta tu dominio de la técnica descriptiva.
Un cordial saludo
Luis Antonio ha dicho que…
Me encanta tu dominio de la técnica descriptiva.
Un cordial saludo

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