En el camerino de Dora.



El camerino de Dora



Dora sonríe con pose enigmática hacia la cámara. Una nueva llamada de teléfono. Dora tiene un gran éxito de audiencia en el Canal Astroadivinas, dedicado casi en totalidad a dar cobertura astrológica y profética a personas que lo necesiten. El ranking del gabinete de “Adivina DORA” se apoya en un equipo coordinado que jamás deja nada al azar. Si llamas, es probable que no te liberes del embrujo, el hechizo y la adicción que te proponen. Los técnicos en imagen trabajan con suma profesionalidad. Mostrarán un decorado saturado de incansables tópicos del universo de la magia: estrellas, lunas, soles, fetiches. Exhibición estudiadamente hortera que adornará tu paso por el programa. Toda esta fantasía envuelve a Dora, que coopera diseñando atavíos de espumillón y confeti. La publicidad recorre veloz sobre los cátodos, por lo que, cuando decidas percatarte, tu correo-e, tu móvil, tu vida, amistades, pareja, aficiones, fobias y filias estarán al servicio del canal, que podrá saetearte con certera puntería. Acudirás a ellos como quién necesita alimento y nutrientes varias veces al día, so pena de un síndrome de abstinencia en retortijones y dolores de tratamiento urgente.

Dora es una buena actriz, jamás se descoloca de su papel.

Ella se beneficia de una penetrante mirada, acostumbrada a dirigir su fuerza mental hacia el aire. Hacia seres invisibles que la reclaman. Cuando emergen al mercado televisivo, previa sesión de maquillaje, los ojos de la diva más clarividente de la última Era, atrapan los deseos más íntimos de espíritus anónimos, deseosos por coger el teléfono y arrebatarse tarifados minutos de gloria. Sus noveladas vidas se engalanan, sin reparar que Dora, igual que un animal sigiloso y acechante, escudriña todas las inflexiones de voz y cada contestación dubitativa o firme. En base a eso, la historia personal de cada uno de los acólitos, se construye y deconstruye sobre un tapete que muestra indecorosas lubricaciones monetarias, para gastar al consumidor hambriento, en futuras soluciones inciertas. Nadie repara en la letra pequeña, que escapa a la lectura de la pantalla; esa parte baja suele llenarse de parásitos blanquecinos que dificultan su visión. El precio de la llamada es alto, todo el mundo lo sabe, pero creen que es menor de lo que realmente suman las partes. Amigados engaños y ciegas consciencias.

El camerino de Dora es casi un pequeño apartamento. Esto obedece a una necesidad: las presentaciones dedicadas de sus libros, impresos en ficciones, se realizan aquí. Otras nuevas magas no consiguieran privilegios en ella inherentes: se deja halagar con aromáticas rosas, bombones cariñosos en papel de plata, joyas engarzadas en otras joyas, escogidas con mimoso cuidado, no palidezca su tez bajo mordaces escrutinios de la luz televisiva. Los reflectores son disciplinados ante el imperativo de ocultar delatoras gotas en su cremosa piel. El aviso de su tiempo de plató, sucede con voz más suave y comedida que los gritos que se escuchan cuando será otra, camisola gris, grumoso maquillaje, la que trabajará bajo un insolucionable y despiadado calor tramoyano.

Fin de la retransmisión en directo. Se despide con un afectado golpe de melena, negra, lacia, hasta el siguiente día de emisión. Recuerda a sus telespectadores que la encontrarán en el número de su gabinete, para cualquier problema o urgencia. Les advierte que sean felices, que no olviden que el destino lo tejen ellos mismos con sus propias decisiones, y después de tocar por encima la palabra desechable de la semana (esta vez tomen nota, queridos... el nocivo rencor) envía un beso falso que no manchará ni borrará sus bien perfilados labios. La diva mediática se sabe mentirosa destilando mieles, mas abandona este pensamiento de marcado rasgo pueril, sustituyéndolo por otros más generosos con su ego. Buena psicóloga, empática, comprensiva, humana y sensible, la mueven buenos propósitos. Llega a creer sus fabulaciones. Cuando infla dividendos bancarios, ve un justo merecimiento.

Lo que desconoce Dora, a pesar de su afamada profesión, es que su engordante y atesorada dicha, está a punto de enflaquecer súbitamente. En el sofá de su salón una mujer demacrada, rostro pequeño y enredados cabellos, aguarda su llegada. Un piercing azul atraviesa su ceja izquierda en el recodo artificial de su curvatura. Ana es su nombre. Un nombre que Dora no ha pronunciado desde hace más de veinte años.

La ansiedad desciende del perchero, mientras una chaqueta de buen corte, mejor tela y excelente diseño, se inmoviliza colgada del gancho asignado. Ana habla atropellada, nerviosa, con temblor esencial que retuerce las manos una contra otra, tal si helase en el interior del caldeado y elegante loft de su hermana. Entre agitadas frases, entrecortadas por efectos secundarios de medicaciones añejas, desvela lo que quiere desvelar, estirando los rasgos faciales, hasta ahora inmóviles, casi pétreos de Dora, que mutan en máscara teatral dónde todos los sentimientos básicos se reflejan. Sorpresa, horror, miedo, ternura, alegría y tristeza. Gana ésta última por simple cuestión de orden. Queda instaurada entre sus pómulos, veteando el color de su pelo, de repente grisáceo. A esta hora, todos los días, resonaba “After the Love” en su estéreo. Nunca más escuchará música con igual placer.

Sucede la mañana, tras la noche. Vigilia somnolienta. Mujeres insomnes. Un desayuno con tic-tac se instala sobre la pulida superficie de la cocina de Dora. Tazas de café. Charlan las hermanas, cuyas ojeras se presentan parejas y similares en anchura e inflamación. Un acuerdo con tintes morados. Ana llega al estudio de TV Canal Astroadivinas más tarde que su hermana. El equipo cuenta con una persona más. Alguien que franqueando la simulada puerta, levanta una ola de exclamaciones. No es debido al asombro ante el bonito conjunto que la envuelve; celofán azulado, sino por resultar ser un duplicado sorprendente de la conocida adivina. Parecen gemelas: Dora, Ana. Sin criminal tachuela en su rostro, apenas nada las diferencia. Tras los primeros minutos de retransmisión, Ana parece Dora, en su aplomo firme y Dora semeja una vacilante Ana recién llegada.

Una vibración nerviosa recorre la espalda de Dora. Un mal presagio.

Ganadora la noche, duermen una contra otra, tumbadas en posición fetal, distanciadas por un íntimo margen. Cualquier espectador diría que son gemelas, siamesas, procedentes de un óvulo único. Sus respiraciones son unísonas. Hasta que dejan de serlo. Ana respira más fuerte, mientras su compañera de lecho ralentiza la ingestión de su oxígeno. Termina la batalla del nuevo día con el anterior. Suena a volumen apenas audible “After the Love”. La simbiosis continúa. Incluso más allá de las comparaciones. El público, amigo de novedades, rinde pleitesía a la nueva diva. Comienza el evento a reflejarse en indecentes números. Un escalón gráfico, línea ascendente que sube y repentinamente estalla contra el margen inferior. Líneas optimistas de Ana, que no viste de candoroso azul, ni de pasional rojo, ni de atormentado morado nazareno, sino de áureo sol. Sustituido también por halos en plata. Sacerdotisa del altar de una pantalla, dónde se refleja mil veces. Son sus ojos, sus manos, sus anillos, sus cartas, sus inmaculadas uñas. Ya no necesita ayuda ni lástima, nutriéndose de su predecesora ante testigos y cómplices, que consienten satisfechos.

Descuidos provocados acompañan el trabajo de quienes dirigen el show de una acabada Dora. Ausculta susurros que la intranquilizan. Nadie disimula. Hablan en alta voz, sobre el cubículo cafetero, sobre lo poco que les gustaba, lo soberbia que se volviera, la pátina fingida con que empañaba el cristal que mostraba al mundo. "Era peor adivina que Ana" desde luego. No cesaban de recordar, chapoteando en lagunas mentales rellenas de invenciones, tal o cual vez les contestara de malos modos, antes siempre disculpada. Ahora, no permiten excusarla. Desean verla fuera, presienten mejores tiempos para el canal, sin impedimentos individuales.

No pasa desapercibido el florecimiento de una de las mitades, ante el patente deterioro de la otra. Si las consideraron la misma persona en un primer momento, distinguen, al verlas juntas, diferencias otorgadas y asumidas. Una raíz donante de vida, frente a la bellísima flor que luce a su costa. El marchitamiento de la primera, muestra que no es complemento, sino descarado sostén del hermoso parásito. La música habitual desaparece. Dora no la busca: la olvida.

Disimula el temblor de sus dedos, mientras extiende decaídas profecías, bajo la luz. La Muerte junto con el Ahorcado, el Loco, el Mago, surge de la nada, ocupando el zoom objetivo. Su nitidez revela, en esta franja horaria sin ser madrugada mágica, ni horas repletas de multitudes; manicuras ausentes y piedras falsas. Ha comenzado a medicarse. Nadie solicita limpiezas energéticas, desconfiando de su valía actual. A solas, compulsiva, se apropia de la magia del tarot para ella misma. También para la abusadora de la vitrina de su alma. Las cartas son revestidas de significados, aunque los buscadores de azares, sean profanos en lecturas. Setenta y ocho imágenes empeñadas en invertirse en mala suerte para ella, luciendo positivas verticalidades cuando se muestra el destino de su hermana.

Dora ve aterrizar la carta de cese sobre el tapete descolorido. Todo le dispusiera para eso. No para el desahucio del camerino, de su bien decorada vivienda, música, vida y hermandad. Todo se vuelve botiquín y pastillas. Una caricatura de sí misma, mientras Ana resplandece en tronos untados de dinero en tertulias basureras.

Ahora, se dice en corrillos bien pagados, incluso en otras cadenas de TV privadísimas, que la fracasada hermana de la reina de la baraja, malvive en la calle. Viviendo al raso. Narran que ha dejado definitivamente la adivinación por callejear hablando sola, empeñada en rodearse de vestiduras grises, arrastrando su pasado, presente y futuro en un averiado carro de hipermercado. Que ha perdido la cabeza. Cuentan, siempre bajo honorarios tarifados, que su mente no pudo asumir decadencias tras la fama. Que era y fue una desgraciada estafadora.

En realidad, mientras el mundo hace cábalas sobre ella y su forma de sentir, Dora trabaja lejos de la exposición televisiva. Proyecta su fuerza hacia las nuevas oportunidades abiertas ante sí. La tranquilidad de un interesante currículum privado la refuerza. Dora fue buscada, deseada, anhelada por su palabrería. Hizo creer a mucha gente que era otra que no fue jamás. Preside su horizonte actual, desgranando su renacer, el arcano de la Muerte. Su significado es el del renacimiento, a partir del dolor, del que surgirá un provechoso cambio. Esta mujer muestra hoy su sonrisa sin pintar. Continuará regalando sueños, manipulando mentes, recogiendo en cada extensión de línea telefónica, la calderilla que a los demás parece sobra. Igual que anteriormente.

Tiene experiencia. Sabrá rehacer su vida en un corto espacio de tiempo, camerino incluido. Una ventaja añadida, no tiene que aguantar sesiones maratonianas de maquillaje, ni vestirse como una ridícula bruja. Le vale con una voz, en cualquier estado: normal, rota o cansada. Le basta volver a lanzar, expresiones y carcajadas al aire. Burbujeante. Otorga, mágica y divina, el placer que el interlocutor desea. Mientras, puede pintarse o morderse las uñas, recoger el tendal de la ropa, dibujar la lista de la compra, planchar, ojear alguna revista. Dependerá del tipo de sueño erótico-sexual que tenga el hombre que busca en ella sus fantasías. En las líneas calientes, Dora continúa siendo una estrella. A través de la misma tarifa telefónica. Miles de perversiones en forma de velas encendidas comienzan en la recreación de un personaje, sea dulce, sado, vicioso. Todo para enganchar al interlocutor. Creando aderezos preciosos en el tiempo que comienza la conexión. Prometiendo después larguras, en aterciopelados cielos de placer a quién escucha. Cada conversación con sus clientes aumenta sensualmente su nómina, a través de excitadas palabras.

Dora desmenuza cavilaciones sobre la expansión de su nuevo negocio. Como propietaria, puede ofertar chats privadísimos o jugar a enseñar los pies por una webcam. Hacer creíble que está cercano un encuentro real. Pero tiempo al tiempo. Por supuesto, aceptará regalos. Se afirma más útil y emprendedora que nunca. Continúa siendo una estupenda actriz, sin descabalgar jamás su papel. En una pequeña cadena musical, suena como si nunca hubiera cesado, la melodía de “After the Love”.

Solamente debe prestar atención a que Ana, la usurpadora, no descubra su nuevo trabajo.
 Mientras suena el teléfono, sonríe.






































Comentarios

ALBINO ha dicho que…
Dos veces leí tu historia, que no es precisamente corta, por lo que la imprimí para mayor comodidad. En la primera me atrajó y en la segunda me apasionó porque, en mi larga vida, he conocido a muchas Doras y Anas, aunque entre si no tuvieran parentesco fraternal.
Desde aquella Elena Francis de la vieja radio (que por cierto solo ponía la voz, pues los textos estaban escritos por un hombre), hasta las que ahora salen en los programas del corazón, y creo que hay una en activo quizá en Tele-5 que es la especializada en estos temas, van conquistando personas con su aspecto, y cuando éste ya es impresentable o irreparable, con su voz. Antes era la radio y ahora los teléfonos eróticos.
Y los hombres, como tontos, pican el anzuelo y se dejan el dinero en esas llamadas que la telefónica tiene compartidas creo que al cincuenta por ciento entre sus beneficios y los del receptor, a través de una línea especial.
Tu has sabido narrar muy bien, con precisión, exactitud y bellas despriciones algo que, lamentablemente, es real. Existe,
y no es de ahora sino de toda la vida. En la Biblia se pueden leer casos casos y Shakespeare nos lo recordó en "Julio Cesar" cuando el adivino que sale de entre la multitud le dice al emperador "Guárdate de los idus de marzo".
Tu historia sirve, también, de lección, para que todos nos guardemos de los idus de marzo, o de cualquier otro mes del año.
Con mi cariño y admiración que no son adivinados, sino reales.
Mario ha dicho que…
Mientras suena el teléfono, sonrío.
No sé usurpar, tendré que aprender. Porque me gustaría despertarme entre tus letras, creyéndolas mías. Abrir los ojos y contemplar un paisaje escrito entre actos. Descubrir un sembrado de letras, un manantial de palabras, una lluvia de verbos, una constelación de metáforas. Descubrir eso, o descubrirme culpable y declararme culpable sin redención, o algo así…

Te felicito por lo narrado. Por cómo está narrado. Por lo extenso, lo intenso, la hondura del dolor que no conoce antídoto. Aunque en literatura, Poe decía que sin dolor, no hay historia… y poco más tarde, Jack London vaticinó que con dolor no habría historias. Y su vida le demostró lo contrario, cuando se cansó de buscar un cuento que le reportara amor. Así que se enfrentó a la adversidad convirtiéndose en adversario de la misma, y escribiendo para expulsar unos fantasmas y amar a otros. En fin…
Sintetizando (que si no, no hay paraíso), te diré que a veces te creo discípula de los dos que he citado antes. Vamos, que vas por el mismo camino, que no sé si es muy bueno, muy malo, muy regular. Claro que viendo lo que nos cuentas, un servidor sería capaz de vender su alma al diablo para conseguir tu varita mágica coronada por la letra S y escribir lo que escribir y haciéndolo como lo haces, llegándonos como nos llegas.

Eres un placer escrito. Eres un placer en letra viva. Toques lo que toques, con tu varita mágica de acentuar y contar y componer, lo conviertes en algo legible. No sólo legible; en algo que se puede ver, palpar, saborear, y sostener entre los bastidores a la espera de que empiece la función en tus actos retóricos.

Haces bien, escribiendo mejor. Escribes así para hacer el bien. Tu código capitulado duele unas veces, calma otras; alegra con su resultado, siempre.

Te felicito, por convertirte en el escenario de mi domingo, en la materia literaria sobre la que descansan parte de mis emociones...

Un abrazo, acto primero.

Mario
Meiguiña ha dicho que…
Gracias Susi por esta entrada de hoy, me he enganchado a cada de una de tus palabras, saboreandolas y deleitándome con ellas.

Eres una gran escritora, no lo dejes nunca por lo menos a mi me haces pasar ratos intensos, unas veces con dulzura y otras ... con casi terror pero siempre es grato acercarse a tu papelera y rebuscar en ella tus escritos.

Bicos meigos e feliz aninovo amiga
Mariluz GH ha dicho que…
No he podido parar la lectura hasta el final. El un relato magnífico... he visto el camerino y he escuchado las voces -a través del teléfono- reclamando unos minutos de viciada ilusión.
Bravo Susi, me encanta tu prosa.

abrazos y fedliz 2011 :)
marea@ ha dicho que…
FELIZ 2011. Un bes0
Sir Bran ha dicho que…
Suena algo inquietante, tener alguien que pueda ir usurpándonos, pero por otro lado nos reta a tener que reinventarnos sucesivamente.
Eso lo veo enriquecedor, a pesar de que nuestra protagonista (Dora) desemboca en una industría algo fría, que vive de lo caliente... y que parece fructífera.
Me lo he leído dos veces, porque quizá me había perdido algún retal de significado. Más creo que es una historia de superación y supervivencia.
Tus narraciones son como seres vivos e independientes.
Me gustó imaginar los tonos de voz... y las presencias de ambas mujeres.
Felicidades por tu buen relatar, y por ofrecernos la posibilidad de casi vivir otras vidas.
Besiños
Rapanuy ha dicho que…
Que pena que la evolución, jodia ella, se entretenga en menguarnos la capacidad de memorizar, de recordar las cosas importantes de la vida, avocándonos irremisiblemente a un mundo de recuerdos instantáneos, breves y efímeros que nos obligan a vivir el presente, olvidándonos apresuradamente de pasado más inmediato.

La pobre Dora, difamada, vilipendiada, relegada al ostracismo y al olvido en el breve lapso de tiempo en el que se tarda en estornudar, típico, por otro lado, de este triste país. Pero por suerte para ella, igual que pasa con las promesas de los políticos, el río de la vida pasa arrastrando todo recuerdo… y si te he visto no me acuerdo, o donde digo Diego…

Una historia interesante para comenzar el año.

Abrazos.
Cristina Ferreiro ha dicho que…
Bravo. Este relato é un sutil destripe do mundo audiovisual.
Feliz 2011, Susi!
fonsilleda ha dicho que…
Falta de tiempo (que todavía no recuperé) me impidieron leer antes el relato.
Siempre consigues traspasarme, clavar algún tipo de aguijón con tu forma de contar. Tu prosa engancha (me engancha) de una manera especial o ¿serán las historias?.
Hoy, ahora, comencé con la sonrisa convencida y puesta en las imágenes tantas veces "zapeadas" en la tele (bueno, confieso que la curiosidad a veces puede), luego, poco a poco, sin darme tiempo, la intriga, el morbo e incluso la extrañeza fueron ocupando su lugar; después fue la gripa, el gesto de asco y de miedo...
En fin neniña que ¡muy bien!, como dice Algino: apasionante.
Bicos.
cuentapasos ha dicho que…
Tengo la leve impresion de conocerte, de saber por donde va tu narrativa, sin embargo cada vez que te leo es necesario re leerte para que el disfrute de la magia me dure un poco mas.
Que podria añadir a esto, solo darte las gracias por compartirlo
Feliz año
Cuentapasos
Emilio ha dicho que…
Apasionante relato, Susi; siempre describes con exactitud y precisión el alma humana a través de tus personajes y situaciones.

Dos antagonistas como dos catedrales entre el medio audiovisual y la tenebrosa calle.

Abrazos.
Juan Escribano Valero ha dicho que…
Hola Susi: Antes que nada FELIZ AÑO 2011.
Como no dispongo de tiempo imprimi tu relato para leerlo más despacio pues la primera lectura me ha dejado con ganas de leerla de nuevo.
Un fuerte abrazo
Juan Escribano Valero ha dicho que…
Hola Susi: Como sigas con relatos asi tendre que encuadernar las copias que hago de ellos, este es el segundo relato que imprimo y que me ha gustado mucho la segunda lectura.
Un abrazo
merce ha dicho que…
Reflejo de muchas Doras y Anas inmersas en laberintos densos, perdidos, en su propia identidad...con la red tendida para captar peces moribundos... desorientados tras sus inquietantes sonrisas.

Te aplaudo Susi por esta capacidad de sorprender con relatos de mundos y vidas ajenas tan minuciosa,
digna de una gran escritora.


Un abrazo grande.
Unknown ha dicho que…
Me gusta mucho como evolucionan los personajes, como cambian y se transforman con las circunstancias.

Es un relato estupendo Susi, leído de un tirón, devorándolo y viviéndolo.

Un beso muy grande querida amiga escritora fantástica!
ALA_STRANGE ha dicho que…
atrapante tu post

:)
María ha dicho que…
Tu relato atrapa y envuelve, Susi, te felicito por él.

Un beso y feliz fin de semana.
Adelina ha dicho que…
Me gusta como narras. Se hace ameno y, como te dicen, atrapa.

Un beso.
oliva ha dicho que…
Tú al igual que Dora, sois inimitables y personas con esta capacidad consiguen retomar su vida, alcanzado un bienestar y una comodidad que muchos no lograrían.

Sobre tu estilo incomparable y me atrevo a escribir, insuperable. Leerte es una delicia, no solo por tu lenguaje cuidado y delicado, sino por tus ideas, las metáforas, el mensaje que nos regalas.

(De algún modo, Dora se benefició de la visita y presencia de su hermana Ana, en su vida. Es un modo de afrontar los cambios, sobre todo en esta época de crisis. Ante un hecho negativo, darle la vuelta a la circunstancia y obtener una gratificación por su modo de proceder).

Este relato me gustó muchísimo.

Gracias por tu amable visita.

Un abrazo.
pájaro pequeño ha dicho que…
Leer toda esta historia es como leerse un gran relato antes de dormir, que purifica tus sueños, tu forma de descansar...
Me ha encantado... Sinceramente :)
Un besito. ♥
Sue ha dicho que…
Yo me quedé con el título, por lo d Dora, porque me encanta Dora la exploradora... aunque entiendo que nada tiene que ver con esta otra.

Creo que cada uno es libre de elegir cómo y con quien se divierte, y si no hace daño a nadie, adelante.

¿no?

Una historia de heridas humanas tan reales como imaginarias.
Mercedes Pajarón ha dicho que…
Magnífico relato, maestra, lo mires por donde lo mires!

A medida que lo leía, me recordó sin querer a otra historia inquietante sobre hermanos, pero esta vez hecha película: "Inseparables", de David Cronemberg.

Como siempre, mi más admirado saludo!
Juan Escribano Valero ha dicho que…
Hola Susi: muy buenos tus relatos, los he leido con tranquilidad y me han gustado mucho.
Un fuerte abrazo
Balailo ha dicho que…
Es curioso, las veces que te leo generalmente existe de trasfondo un momento cumbre y posteriormente de caída del personaje, cuando la habitual es que simplemente se hable de la caída-infierno o del ascenso desde la caída, es decir, a la inversa.

Mmmm quizá es que te gusta el dicho que "con el tiempo cada uno termina donde le corresponde" me atrevo a decir.

La mayoría de éstos programas de madrugada, no tienen ni idea, sin embargo, sí que existe uno donde está preparado-improvisado, es decir, tienen un guión del caso, y dependiendo de las cartas que salgan la tarotisa (que sí que tiene conocimiento, palabra de bruja ;)) responde. No se moja tanto con las llamadas de verdad, por cierto.

Buen enganche, señorita.

Un saludo!
Anónimo ha dicho que…
Me has transportado a mi niñez de cierta manera. Mi mamá le gustaba visitar las botanicas de las adivinas como Dora. Me entretuvo mucha esta narración, Susi. Ahora tengo en la mente a la doña que mami visitaba y su dulce sonrisa, aunque no le visitaría para su trabajo me gusaría saber como anda. Un abrazo, y espero tu proxima entrega.
El Drac ha dicho que…
Sí, alguna vez "equivocadamente" llamé a una de esas señoritas y la verdad me puso a mil. Excelente relato, nos has llevado por la trama sin perder detalle.
La sonrisa de Hiperion ha dicho que…
Un fin de semana más me tienes paseando entre tus cosas. Siempre geniales. Buen weekend.

Saludos y un abrazo.
Manuel Torres Rojas ha dicho que…
La aspereza de que está armado tu relato...

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