Lapidación en deformidad convexa...
Observo la luminosidad a través del grueso cristal. El mundo ahí fuera, ajeno a mi ojo escrutador se agranda, desproporcionado. Exigente y aplastante en su deformidad. El tamiz contra el que descompongo pensamientos en colores primarios, secundarios, terciarios y de daltónico pintor; malea bordes incómodos. Una burbuja atrapada dentro me distrae. La pupila gira traviesa, divergente a mis pensamientos.
Más allá del interior de mi vaso, una marejada espera provocar, en mi nervioso pestañeo un oleaje. La puerta de la calle surge absorbida por un zoom de largo alcance. Es verdad lo que dicen sobre el cristal con que se mira.
Nada más enorme que la imagen que viaja del continente al contenido.
Las mujeres son más de cremas alcohólicas, para perder deformaciones grandiosas de la realidad, velando sus contornos en condensación edulcorada con envolturas golosas, de ahí su femenina y dulce paciencia. Les gusta la distracción, quizás porque las hemos cultivado así, gineceos humedecidos desde la educación patriarcal, instruyéndoles sobre qué vagabundeamos incesantes los machos y lo razonen como inevitable.
Tal vez nunca funcionó de la manera prevista. Será una incógnita que no me siento con fuerzas para resolver. Ni dentro de su cuerpo estará la respuesta. Aunque otro lo crea y la busque en nuestro territorio, ya común.
No dudo que mi mente esté alterada, imposible razonar en buenas sipnasis. Mi puño se abre y se cierra en rítmico compás, pero este vidrio soplado contiene automáticos paladeos. En todos y cada uno de ellos un universo real. Mi mente se olvida de la cantidad que ingiero y del poder que puede ostentar un grueso vaso bajo. Una lente convexa que agranda el abismo al que me acerco a cada trago. Podría ser quinina en vez de etílica filosofía.
Ella. Yo. Sin el nosotros. Sin matemáticas, uno más uno, siempre se convierte en resta cuyo resultado es nulo. O al menos en mi caso. Reincidencias malditas. Nada. Fin. Chao. Cuídate, o no lo hagas. No me interesas.
Olvídate. Margíname.
Intento ahogarme en el contenido de la amargura bebible. Sabor fuerte que me raspa la garganta en su crucero hacia la tráquea. Mis cuerdas vocales se preparan para gritar tan pronto aparezca, encuadrada por el dintel de la puerta.
Tintinean los hielos cúbicos, icebergs que hoy serán más destructores que aquellos que hundían navíos confeccionados con sueños. Canturrean juguetones, empujándose pese a comenzar a derretirse por los pies. Al igual que ella. Que yo. Que nosotros, si alguna vez existió la significado de esa palabra.
Doy un paladeo al sorbo ingerido. Mis ojos recobran la dimensión habitual desde la pared al techo, más no ceso de vigilar la entrada. Está al llegar. Me lo dice el alcohol barrica de roble; años de sumisas dormitaciones amarronadas y ocres, maltas cultivadas con suave ronquera de voz de viento.
Llega ella. Más temprano que siempre, pero más tarde que nunca.
Se enmarca dentro del cuadrado asignado por mi pensamiento minutos, horas, meses, años, siglos antes. Hermosa. No se deja envejecer. Ojalá lo hiciese de una vez. Soy yo el que mengua bajo su constante florecimiento.
Abre los labios con sorpresa, formando un rechazo a mi iris, dilatado tras la lupa de whisky contenido. En un segundo se sabe descubierta. Transparentada. En una huidiza manecilla, dividida en milésimas micras y en nanos despreciables. Sin troceadas partículas de caricias, se conoce cobaya lista para la disección, bajo las premisas de mi ciencia alcohólica y derrotada. Aquí llega la lente cóncava, la curvatura del camino y su figura, necesitadas de un microscopio para distinguirla en su pequeñez. Resultados de la experimentación visual: olfateada por otro, manoseada, gozada. Lúbrica rezumada. Con grandiosos titulares. Me mira. De Otro.
Ella es un escaparate. Soy espectador ante teatrales desdichas. Cristalinas lunas que reflejan infidelidades. Cuerpos que se entregan sin dar. Asoma en sus pestañas la imagen que le devuelvo; ella bajo un peso corporal ajeno, gemidos flotando llenan el aire entre los dos, la distancia nos ha perdido de vista en el horizonte. Ella es…
Una exposición abierta al público. Lapido su imagen con ceño fruncido. Mi ojo, zoom amenazante no existe con filtros dadivosos.
Desaparece el retrato, mutado con ímpetu “Greydoriano” enmarcado en madera. Con sus llaves entrechocándose. Se va y subsisto dando otro trago a la maltosa levadura, a hilados gustos refinados, rumiando cristales pasados, mascando los años que creamos juntos, con esforzados días.
Ella. Yo. Nosotros…. no alcanzaremos jamás el nivel de noble destilacion, y elegancia
que poseen los denominados...“gran reserva”.
Comentarios
Salieron a pasear en el gran teatro de la calle.
Yo tambien soy espectador de los sucesos.
Besos transeúntes,
Sonrisas y colores.
Los paisajes cantan y la gente resulta más apetecible.
Aunque cuando se acaba el viaje el mundo sigue donde estaba, en su gama de grises habitual.
En el Amor a Cristo UN FRATERNAL ABRAZO
¿Porque siendo todo lo contrario te haces llamar la Sosita? Cuando mi recuperación me lo permita me pasare por tu portal para ponerme al dia
Un gran abrazo
Saludos y un abrazo enorme.
Te admiro por la manera de expresar, y tus recursos literarios.
Un besiño...y confío darte un abrazo pronto.
¡¡Qué frase!!
Mi ojo zoom amenazante no existe con filtros dadivosos*
Es un placer leerte, corazón
Besos mil
consigue elevar el
pensamiento a mundos
escapados de la imaginación
y hacerlos reales con
infinidad de recursos
literarios de que
los rodeas.
Eres una gran observadora
y muestras una especial
sensibilidad para contarlo.
Besiños
Lupas, colores, cristales amores, desamores y bebidas alcohólicas en una estupendísima, como siempre, mezcla.
todo bajo los efectos de una ingestión eltílica.
A mí también me ha pasado.
He estado esperando un desenlace escabroso y desenfrenado.
Pero el protagonista de este relato tuyo buscaba una complicidad que no obtuvo, y no era con ella (la que llegaba), no... esa complicidad era consigo mismo, y con la derrota preestablecida en la que se veía envuelto.
Desde siempre es sabido que una dosis ámplia de alcohol cambia los parámetros de observación y deforma las obsesiones, pero siempre, cuando desaparecen los efectos... la realidad permanece intacta.
No soy consumidor de alcohol, pero a través de tu relato he podido testear la sensación que provoca...
a la vez que dejarme invadir por la ansia de alcanzar la elegancia los "gran reserva".
Eres prodigiosamente versátil.
Besiños.
Besos.
Un abrazo!
Embriagadora lectura, dulce al paladar, de buena cepa y con sabor residual.
D.
un placer pasar por tu casa
que tengas una feliz semana
un abrazo
RMC
Saludos ETERNOS.
De todas formas, cuando me salto las normas, me tomo un chopito de licor de aguardiente o de aguardiente de guindas. Todo de la tierra.
Bicos con agarimo
Excelente, llevas a los personajes más allá de la realidad.
Impresionante escrito.
Un placer leerte.
Este rollo te envuelve, tu prosa crece cada vez que paso por aquí..
Un besazo.
Un abrazo
Bo trago!
Buenísimo tu escribir.
Saludos.
Piedra sobre piedra, acento sobre acento.
Gracias por escribirnos...
Un saludo.
Haces una descripción tan detallada que parece tan real ,... Maravilloso relato.
Muchos besos.
Sara
Haces una descripción tan detallada que parece tan real ,... Maravilloso relato.
Muchos besos.
Sara