En el limbo...

La habitación estaba revuelta. Las grandes cortinas se movían abanicadas por una ligera brisa, creando velos de fantasmas bailando melodiosos con el aire del interior y con las primeras luces del amanecer. Su tejido tamizaba, con decisión, los rayos que trataban de apoderarse de la quietud de la estancia.
Ella giró sobre sí misma.
Su desnudez se hundió en el confortable aroma producido por los dos cuerpos. Extendió sus brazos y sus piernas, dejándose acariciar la piel por el soplo que arremolinaba el universo de aquél instante. Su mente viajaba todavía por el mundo de los sueños, en ese limbo que nos deja el paréntesis del no ser todavía, del no contener toda nuestra conciencia.
Así intentó permanecer, levitando dentro de sí misma, hasta que otro cuerpo la aprisionó contra las sábanas, dominándola.
Sintió sus labios viajando a través de su cuello, atrapando los pezones erectos, y decidió dejarse llevar de nuevo hacia otros destinos, otras sensaciones, otros misterios.
Comentarios
Hoy tocó este; que hermoso hilar dos limbos de esos que hay que disfrutar tanto como se pueda. Ese retornar del yo en el que todavía algunas cosas están poco asentadas, me encanta. Y del otro limbo, pues ni qué decir.
Gracias.